*VALE TODO*
No estaba mi vecino Andresito para muchas bromas el sábado pasado; no hice sino acercarme, a la hora del cafelito, hasta su casa, cuando más allá de la cancela ya me estaba diciendo en tono malhumorado:
-Pase, pase vecino, que aquí estoy plantando unos bulbos de narcisos, jacintos y azucenas de cara a la primavera para ver si me alegran el alma-dijo apagando su inseparable transistor y añadió- porque lo que es el País no levanta cabeza.
-Pero bueno maestro Andrés-le dije- lo veo hoy un poco exaltado, qué le pasa caballero.
-Nada vecino-contestó-pero es que escuchando las noticias de la radio a uno se le revuelven los adentros. Pero tome asiento, que ahorita tomamos el cortadito, que ya está la cafetera al fuego-y con la misma hacia la cocina dirigió sus pasos.
Mientras tanto aproveché para acercarme hacia un camelio que, plantado junto al cuarto de aperos, ofrecía ya, en este diciembre navideño, un cuerpo de apretados capullos dispuestos a nutrir de belleza los días del invierno próximo.
-No se aleje Pepito, que el café se enfría-me dijo con la vieja cafetera italiana en la mano.
-Ya voy-respondí-estaba viendo que al camelio no le cabe un capullo más. Y dígame Andresito de dónde trajo usted este árbol, porque es raro encontrarlo por estas latitudes.
-Hace unos años-dijo Andresito-Juana, la prima de mi mujer, por el día de su santo, le trajo de regalo una planta, que ni sabía cómo se llamaba, que había comprado en un vivero, con unas flores blancas muy bonitas. Y cuando al cabo de unas semanas las flores se cayeron puse la planta en una esquina del jardín y ya usted ve en el árbol que se ha convertido.
-¿Sabía usted maestro Andrés que el camelio es el árbol símbolo de la provincia donde yo nací, de Pontevedra? Todos los años se organizan, por allá, preciosos concursos y exposiciones de camelias de distintos tipos y variedades. Me alegra saber que usted tiene un arbusto de estas características, ¡qué lindo!
-Y ahora dígame-añadí-qué le pasaba con los comentarios de la radio.
Pues amigo Pepe-habló mientras acariciaba su perro Lombo-aquí, en este país nuestro vale todo, con tal de poder seguir en el poder se hacen pactos hasta con el diablo. Reniegan de los principios, si es que alguna vez los tuvieron, y a cambio del apoyo de unos votos, para poder seguir en el machito, son capaces de ceder ante quienes tratan de romper la paz y la concordia; las leyes se acomodan, los escrúpulos se difuminan y nada es lo que es, según dicen, sino con el cristal con que se mira. ¡A dónde vamos a parar Pepito! ¡Mienten más que respiran y esto se viene abajo!
-No sea pesimista Andresito- le dije tratando de animarlo-que le van a subir la pensión.
-No me haga reír cristiano, suben un pisco las pensiones y la cesta de la compra, la comida, sube el triple. ¡Esto no hay quien lo aguante!
-Bueno Andresito tengo que irme; el próximo día-le dije sonriendo- seguiremos hablando del Gobierno, pero no coja nervios que se le sube la tensión.
-Adiós vecino, hasta el martes trece, que es Santa Lucía.
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